Perder el trabajo, por la razón que haya sido, sigue siendo un golpe duro de asimilar para la mayoría de personas.
Es la intersección donde se juntan la frustración, la duda, la incertidumbre, las ansias y las preocupaciones. Y luego, todas juntas, van y se suben a la montaña rusa de las emociones. Y así día con día durante todo el tiempo que estamos sin “sentirnos productivos”.
Y es que añado las comillas al mencionar sobre nuestro sentimiento de productividad porque esa es de las mentiras más dañinas que nos hacemos a nosotros mismos.
Sentimientos contrapuestos
Solemos refugiarnos en la soledad de la autoconmiseración, donde repasamos momento a momento cada fracaso o cosa que salió mal en nuestra andanza profesional, lo que nos lleva a escondernos de los demás, a emprender una nueva búsqueda laboral ‘a la desesperada’ disparando para todo lado y en cada momento alimentándonos de emociones negativas. Casualmente, de esas que experimentamos en la montaña rusa.
¿Cómo cambiar esa situación?
Todo empieza en la actitud. Hay una ilustración en internet que dice que una mala actitud es como tener una de las llantas del coche ponchada o estallada. No llegarás muy lejos si no la cambiás.
Todos somos personas productivas. Todos tenemos capacidades, talentos y fortalezas que podemos usar en nuestro favor. Y el hecho de que sean diferentes a las de las demás pasa a ser una gran ventaja que pocas veces tenemos presente. En el momento en que empezamos a vernos como personas y profesionales valiosos, la perspectiva se hace más amplia.
¿Cómo le damos la vuelta?
Te ofrezco tres formas para mejorar tu actitud cuando de buscar trabajo se trata:
1.- Hacé una lista con tus virtudes
Sea en el móvil, en un cuaderno o una libreta, empezá a anotar las cosas buenas que tenés. Que sea un ejercicio diario. Virtudes, cosas buenas, fortalezas, actitudes positivas, todo lo que te recuerde el valor que tenés. Porque, justamente, esa es la forma de caer en cuenta del valor que podés aportar a una empresa.
2.- Hablate con amabilidad
“Que soy un cabezota”, “que no sirvo”, “qué ganas de mandar todo a la porra”, “esto no va a servir”, “nunca lo voy a lograr”.
¿Dónde irá a llegar alguien con esos pensamientos?
Siempre va a ser bueno cambiar el discurso que nos damos:
“No es que soy cabezón, es solo que me implico demasiado y quiero que las cosas salgan bien”, “no sé hacerlo pero lo voy a aprender”, “esto no va a servir si lo sigo haciendo de la misma manera”, “nunca lo voy a lograr si no aprendo inglés, así que me pondré a ello y aprenderé”.
Y, en caso de dificultad, siempre podrás recurrir a la lista que hicimos en el punto #1.
3.- Dar de vuelta
Sí, es eso que leíste. Estamos sin trabajo, ansiosos, preocupados pero hay que darle algo a alguien. Puede ser un consejo, una asesoría, un acompañamiento, unas palabras de ánimo, una bolsa de arroz. Servir a alguien más hará que la lista que hicimos de nosotros mismos y nuestro propio discurso interno tengan verdadero sentido. Nos recordará que no somos los únicos desdichados en el mundo, que realmente podemos aportarle valor a alguien más y nos ayudará a mejorar nuestra autoestima. Y entre un negativo y una persona motivada, el reclutador siempre elegirá a la persona con buena actitud.
No dejemos que el mal momento del desempleo nos hunda. Siempre podemos hacer algo, por nosotros y por los demás también.
- Liderazgo para líderes - 4 agosto 2023
- Afrontando el luto profesional - 6 abril 2023
- Cambia tu chip mental para ir a una entrevista de trabajo - 1 febrero 2023