Creo que la mayoría de nosotros hemos escuchado sobre la meditación, que básicamente y de forma muy general es un ejercicio para acallar la mente, traerla al momento presente y buscar en el silencio un espacio para conectar con nosotros mismos. Es estupenda y quienes la practican reportan muchísimos beneficios.
Yo soy más fan de la otra meditación, la que piensa en ese momento. No se trata del otro extremo de poner la mente en blanco, bombardeándola con una cantidad ilimitada de pensamientos. Más bien, es sentarse libreta o cuaderno en mano y de mis apuntes o de un par de pendientes importantes empezar a extraer ideas y pensamientos relacionados con ellos.
Una meditación guiada
Un error que podemos cometer es sentarnos a esperar que del cielo nos caigan las ideas. Eso no es ni la meditación como la hemos conocido, ni planeación, ni siquiera es la famosa “caja de la nada” –propiedad exclusiva del género masculino. Es solo sentarse ahí a esperar que algo pase por generación espontánea.
La otra meditación te invita a enfocarte en uno, máximo dos cosas y a pensar en ellas. Alguna estrategia, alguna idea, alguna solución, tratar de entenderlo. Tiene un poco de aquel hábito que Stephen Covey llamaba “afilar el hacha” y otro tanto de lo se le atribuye a Albert Einstein como método para solucionar un problema, esto es, de una hora dedicar 55 minutos a entender el problema y los otros 5 a solucionarlo.
La importancia de este tipo de reflexión es que nos garantiza salir con algo entre las manos ya que administramos nuestros pensamientos. No son ellos los que nos guían, porque en ocasiones, el lío de la vida y el remolino de emociones diarias nos impiden pensar con claridad, con optimismo y de forma objetiva.
Haz el experimento.
Dedica un tiempo a practicar este otro tipo de meditación y empieza a solucionar creativamente un problema, a idear una estrategia, a descubrir algo nuevo en esa situación que te agobia. Necesitarás un tiempo en un lugar tranquilo y tener tus sentidos alineados y despiertos para pensar.
“Un minuto de meditación es, a menudo, más valioso que una hora de conversación o de trabajo inesperado”.
Jonh Maxwell
Seamos intencionales en nuestras acciones y valoremos también este tipo de reflexión dirigida.
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Existen, según mi experiencia personal, dos finalidades para utilizar meditaciones:
1.- Relajar nuestro estado emocional.
2.- Buscar una conexión mayor con tu alma o esencia en el caso de temas espirituales
Es obvio que la gran mayoría de las personas van a utilizarla para el primer caso. En este sentido, es muy curioso ver la mala focalización que se hace en muchas ocasiones, ya que meditar se intenta «solucionar» una emoción desde un acto mental.
En primer lugar habría que dejar claro que el acto mental se focaliza con el consciente, que, en el mejor de los casos, consigue movilizar 30 BITS de información/segundo.
El emocional se activa inconscientemente en la mayoría de los casos (95% de nuestras reacciones vienen desde allí según los estudios del Dc. A.K. Pradeep).
Por lo tanto, si de verdad queremos calmar nuestros sentimientos (recuerdos de las emociones) lo más efectivo es utilizar técnicas que lleguen ahí y que se focalicen en llevar el valor energético o vibración de nuestros sentimientos a un grado superior.
Quizás parezca muy difícil, pero en ese proceso ninguna persona necesita ningún aprendizaje, solo necesita conectarse con la emoción adecuada.
Para aquellas personas interesadas, les ofrezco la posibilidad de probar este tipo de meditación sin compromiso, solo la tienen que solicitar.
Javier Santos
Mentor de conducta humana y psicoterapeuta
¡Hola Javier!
Muy valioso tu aporte, siempre son bienvenidos los comentarios que nos ayudan a construir y a mejorar.
Muchos éxitos y, de paso ¡feliz año nuevo!